El sendero de la Iniciación
En: Meditación (p. 130) Editorial Antucura
Massimo Scaligero
Un moderno buscador de lo suprasensible debe poderse explicar por qué la experiencia sensible puede llevarlo hacia lo que busca. La percepción, en su pura objetividad, independiente de influencias psíquicas, es una relación directa del Espíritu con lo corpóreo: relación que, sin embargo, se desarrolla en un grado de conciencia que corresponde al sueño profundo. Una de las técnicas fundamentales de la ascesis solar (el percibir puro) es llegar a ser consciente, por medio de la contemplación, de la relación extra-consciente del Yo con lo sensible en la percepción. La experiencia contemplativa del proceso sensorial, mediante la percepción de puntuales entes de la naturaleza física, es justamente una de las operaciones cuya finalidad es la purificación del cuerpo astral, o sea la relación del cuerpo astral con el Yo, preparatoria de la Iniciación, y que indicamos como la conquista de la moralidad esencial: una terapia del alma y del cuerpo.
El percibir puro es una experiencia interior posible sólo para el hombre moderno: algo desconocido para el hombre antiguo, o tradicional, cuyo percibir sensorial por constitución traía consigo su propio contenido interior. El contenido interior se ajustaba perfectamente a la percepción sensorial: al contrario del asceta moderno quien debe conquistarlo mediante la voluntad. El pratyhara (en sánscrito, el control o retiro de los sentidos) como técnica del Yoga, era una disciplina vuelta a desligar de los órganos sensoriales la actividad interior correspondiente, para luego utilizarla para la experiencia suprasensible: mientras que el percibir puro, posible para el asceta de la época moderna, es un captar la relación en la percepción misma, para así poder experimentar las fuerzas metafísicas que el Yo expresa, por medio de los órganos sensoriales, en la realidad física.
La tergiversación del dato sensible, no es causada por la percepción sensorial, sino por el uso que hace de ésta el cuerpo astral como “cuerpo del deseo”. Ya en el momento en el que el pensamiento se vincula con el contenido sensible, este contenido se manifiesta ya alterado: ni tampoco el experimentador puede captar la relación directa del Yo con lo sensible.