Posted by on Jun 15, 2020 in Artículos, y de estas virtudes... ¿cuáles conozco?...¿cuáles practico? | Comentarios desactivados en Humildad

Humildad

La humildad proviene de hacer nuestra tarea con dedicación, de entregarnos a ella dócilmente, y de avanzar con calma. Humildad es dedicación hasta el punto de no pedir nada a cambio. Si tú no amas la tarea el cien por cien , en algún momento te resultará agobiante y, por lo tanto, exigirás algún tipo de reconocimiento.

Cuando te gusta lo que haces, solamente tienes en cuenta lo que es bueno para tu trabajo, y no para ti. Tomas de todos y de todo sólo lo que necesitas para completar tu tarea y nada más. La humildad es una fuerza que atraviesa las fluctuaciones mentales y nunca se apoya indebidamente en nadie ni impide a otros hacer lo que quieren hacer, ni les quita energías.

Una persona humilde nunca cesa de aprender, pero nunca considera a nadie en particular como su maestro. Una roca puede enseñar a alguien humildad si justo ambos se encuentran en el lugar y el momento precisos. Elige un maestro conscientemente y tendrás siempre que repetir: “El/Ella es mi maestro/a”. Tú te has posicionado y, por lo tanto, detenido. Es mucho mejor seguir marchando con el ojo atento a las lecciones espontáneas. No es necesario el reconocimiento o la creación de un conjunto de principios preimpuestos. La vida es lo suficientemente rica. No hay nada que comprar. Resulta extraño que una de las condiciones más importantes de la humildad sea un fuerte sentido de identidad: perder el “mi” de la vida, pero nunca el “yo”. El sentido de quién eres realmente, de los altibajos de tu personalidad, tus valores y tus partes no exploradas, todo esto tiene que conocerse y entenderse bien, pero, al mismo tiempo, debe haber una disposición a liberar todo eso y observar cómo la vida puede llegar a utilizar los aspectos más “espinosos” de nuestra personalidad, si fuese necesario, enlazar todo. Como si se envolviera un bonito obsequio. Si tú no puedes ser el obsequio, al menos será posible que seas el papel y la cinta. Si no existe un sentido de identidad, es difícil aprender de alguien. En lugar de aprender de esa persona, querrás ser ella (o hacer lo mismo que ella hace).

La característica contrastante de la humildad es la conciencia de que aunque exista una fuerza personal, un don, éste posee su propia belleza que proviene de una fuente mucho más grande que mi manifestación de él y, por lo tanto, puede haber una especie de orgullo porque es una posesión. La belleza pertenece a ella misma. De esta manera una persona humilde puede manifestar sus cualidades abiertamente. Esto es reconfortante en un mundo donde, si no hay ego, se dan una serie de actitudes forzadas para aparentar modestia.

Una vez conocí a una persona humilde. Nunca conversé con ella, pero ella irradiaba tanta bondad y dulzura que parecía no estar allí, sin embargo, al mismo tiempo su presencia causaba un gran impacto. No se podía expresar con palabras, pero sí se podía sentir: el esmero, el autoconocimiento, la dedicación a su trabajo. Fue muy provechoso todo esto ya que lo esencial en la humildad es ser invisible y, por lo tanto, a menos que uno tenga una mente muy aguzada, por lo general, es muy difícil aprender de alguien invisible. Pero ella supo escuchar aquellas vibraciones silenciosas y logró aprender, y entonces, logró su lugar en el gran mecanismo espiritual que actúa bajo la superficie para cambiar las cosas.