Posted by on Dic 20, 2011 in Artículos | Comentarios desactivados en La imaginación

La imaginación

ES EL MAXIMO PODER DEL SER HUMANO

La imaginación es un arma de doble filo. Nos puede conducir a estados elevados de conciencia a través de la visualización creativa con la meta de la transmutación kármica, pero si es mal empleada nos subordina condicionándonos a un mundo de fantasía, no permitiendo ver la realidad, y haciéndonos creer que hacemos las cosas bien. Y no hay peor dormido que aquél que sueña que está despierto.

Sin embargo, bien usada conecta al ser humano con su Ser Superior como, por ejemplo, a través de las leyendas, cuentos asombrosos, historias medievales, fábulas. Tomemos un ejemplo: el significado místico de “LA BELLA DURMIENTE”:

La Bella Durmiente simboliza el Alma Dormida en su castillo. Está dormida en sus placeres y deseos mundanos por mucho tiempo y sólo el Espíritu, simbolizado en el Príncipe Felipe, podrá despertarla. Felipe es el símbolo de la Conciencia, del Yo Superior, él viene de un Reino lejano, desconocido; al llegar al Castillo encuentra a la Princesa Dormida. Se enamora de ella pero las fuerzas negativas, los hábitos mentales, la seducción de las cosas materiales la tienen aprisionada y no van a soltarla fácilmente. Estas fuerzas negativas están simbolizadas en el hada maligna que, cual dama negra, no quiere que despierte. Pero el amor de Felipe luchará para liberar al Alma de su tortuosa realidad y “Despertarla”. El Espíritu utiliza sus defensas: la práctica de la Virtud es simbolizada en el Escudo, la Espada de la Voluntad Férrea es lo que lo sostiene y le permite discernir; y su caballo representa el empuje de la osadía del Alma sobre la que cabalga el Espíritu para enfrentar al Dragón, que es la Razón. Cuando Felipe debe enfrentar a la Razón primero cae de su Caballo, como diciendo no te atrevas a pasar por sobre mí; en la lucha pierde el Escudo de la Virtud, cae la Espada de la Voluntad y sólo le queda su pequeño cuchillo, el de la más pura intención, para alcanzar la verdad. De un solo golpe matará al Dragón clavando el puñal en la frente. Liberado el Espíritu de sus fantasmas más oscuros, que son las dudas, que la razón crea en la búsqueda de la Verdad, el Camino se despeja y así, puede ir libremente al encuentro de su Amada. Al llegar al lecho donde Ella yace dormida, el Príncipe se inclinará para besarla en la frente (en el centro Ajna de los Hindúes, centro de la visión, del Conocimiento Superior, del dominio mental, que debe ser despertado). El beso sobre la frente no sólo despierta a la Princesa sino a todos los habitantes del Castillo que recobran nueva vida. En una similitud con el hecho de que cuando uno cambia de actitud, cambia todo a nuestro alrededor.

Este cuento refleja el Eterno Femenino y el Eterno Masculino que por atracción mutua a través del Amor generan la Libertad, la Superación y la Transformación del Ser. Pero no es un amor común el que libera el Alma de su sueño (Maya), sino un amor especial, el verdadero Amor; el amor de Renuncia, el Amor de Entrega, el Amor de Servicio. El Alma que busca salir de la prisión del sueño de la carne y del mundo de las sensaciones, deberá trabajar duro consigo misma: practicar la virtud, tener Osadía (el Reino de los cielos se conquista por la fuerza); poseer una Voluntad Férrea que le permita discernir entre el bien y el mal; pero por sobre todas las cosas deberá poseer la Intención más Pura para alcanzar la Verdad. Sin esa Vocación de búsqueda no podrá ir muy lejos porque, como dice Kempis, en su “Imitación de Cristo”: los hombres juzgan por las obras mas Dios observa la Intención de nuestro Corazón”. A medida que el alma avanza se irá despojando en su ascenso de todas sus posesiones (“y no entrará en el Reino de los Cielos quien tenga el más mínimo peso”); aún de las espirituales y sólo así podrá ingresar al Reino de Dios.

En casi todos los cuentos antiguos, leyendas o mitos están impresas las luchas, los avatares por los que el ser humano debe pasar para volver a su Esencia y en todos aparece el Arquetipo Universal, proporcionando la ayuda, la luz, para ver más allá de la situación en que el individuo se encuentra.