Meditación I
Conferencia de Charles Kovacs
Cuando hablamos de “meditación”, la mayoría de las personas asocian esta práctica con el Oriente. Y es cierto, muchísimas personas que practican y ejercitan meditaciones, lo hacen o empezaron a hacerlo desde el yoga.
Pero en Occidente también existe la meditación; aunque no sea tan conocida. Aunque hace muchos siglos que existe la meditación en occidente, esta no ha sido tan difundida. Hay buenas razones que justifican esto. En primer lugar, la práctica de la meditación de la escuela occidental, sin el conocimiento de las estructuras humanas y sin conocer medianamente el mundo espiritual, puede ser un equívoco y para algunas personas, incluso peligroso. Existe una antigua leyenda que habla sobre un aprendiz de hechicero que no pudo hacer frente a los espíritus a los que había invocado. El conocía el conjuro mediante el cual los podía atraer, mas no conocía el otro, el que tenía que recitar para que se marcharan. Esta leyenda oculta una verdad, esta verdad se refiere a las fuerzas que se engendran en la meditación.
Meditar significa trabajar con fuerzas ocultas, se trata de fuerzas de las que conocemos muy poco. Esta es la razón por la cual la escuela de occidente no ha recomendado nunca la práctica de la meditación; se trata del propio bien de quien desearía meditar. Para hacerlo, primero habría que acceder a ciertos conocimientos.
En el siglo pasado ese requisito, el de adquirir conocimientos, era transmitido en forma de imágenes simbólicas que solo podían comprender quienes tenían acceso a los medios pertinentes. Hoy día esto ha cambiado.
Hoy día el “arte” de la meditación –pues se trata de un arte− y el conocimiento del mundo al cual pertenecen, ha de ser compartido con todas aquellas personas que deseen aprenderlo y debe ser transmitido en un idioma que sea fácil de comprender.
No obstante ello, las imágenes simbólicas utilizadas en épocas anteriores siguen siendo de gran utilidad, pues nos aportan mucho sobre el camino que uno recorre en la meditación.
A comienzos del siglo XVII ha sido publicado un libro en el cual se habla sobre una historia que es tan fantástica que el lector puede quedar perplejo. Pero, al observar el extraño evento que se describe en esta historia y entender su simbología en cuanto a experiencias que se suscitan en el interior, uno comienza a percibir su sentido y las imágenes cobran sentido.
La historia comienza en la época de la Pascua y el héroe de la historia, se halla en un estado de ánimo que coincide con la fiesta santa. Se halla en estado de devoción y reverencia cuando de pronto la cabaña en la que vive es sacudida por una violenta tormenta. Tan pronto se recobra de esta experiencia, se le aparece un Ángel que le entrega una carta. Se trata de una invitación para ir a una boda, una boda real. La carta anuncia la boda de un rey con una reina y el héroe está invitado a la boda. En la invitación, además, se le hace una extraña advertencia: “A no ser que tomes baños con frecuencia, la boda para ti será perjudicial”.
Así es como comienza la historia. Consideremos el significado de estos extraños acontecimientos.
En primer lugar tenemos que saber a qué se refiere o cómo hemos de interpretar la boda real a la que está siendo invitado el héroe de la historia. Como toda la historia se mueve en torno a esta boda, es lo primero que tenemos que averiguar.
La respuesta está dentro de la única definición que Rudolf Steiner alguna vez ha dado sobre lo que es Antroposofía: “La Antroposofía es un camino de conocimiento que aspira reunir EL ESPÍRITU DEL HOMBRE CON EL ESPÍRITU DEL MUNDO”.
A esta unión –la del Espíritu del hombre con el Espíritu del mundo− se refiere la boda del Rey con la Reina. El título del libro que mencioné, también alude a esta boda: “Las bodas químicas de Cristian Rosenkreuz”. El término “químicas” se aplica en este contexto porque el proceso químico mediante el cual dos sustancias se unen para formar una tercera, un componente nuevo, se considera análogo al proceso interior mediante el cual se reúne el Espíritu humano al Espíritu del mundo. Y Cristian Rosenkreuz queda de manifiesto en el libro “La hermandad de los Rosacruces”. El significado de esto se aclarará luego.
La Boda Real, la unión del Espíritu del Hombre con el Espíritu del Mundo, también es la aspiración y el propósito de la meditación. Esto debe ser visto como un objetivo más bien abstracto. No ha de ser deseado con la finalidad de recibir beneficios personales. Los maestros de esta corriente espiritual no perseguían la meta de apelar a los instintos egoístas del alma humana. Antes bien, todo lo contrario, lo cual nos lleva a considerar la extraña advertencia contenida en la carta de invitación, el mandato de tomar baños frecuentes porque de otra manera la boda sería perjudicial. El “baño”, por supuesto, se refiere a un proceso de limpieza y purificación. Se trata de limpiarse del egoísmo. Si a la boda llevásemos las actitudes propias de la vida común −al encuentro con el Espíritu del mundo−, sucedería una de estas dos cosas: se eliminaría algún sentido de identidad propia, se eliminaría la certeza propia de “yo soy yo”, o algún interés propio, ordinario, sería magnificado, aumentado más allá de la medida del egoísmo que consideramos normal. Se llegaría a la megalomanía.
Pero, ¿cuál es la clase de “baño” que podría protegernos ante estos peligros? Ni el piadoso deseo de ser menos egoísta, ni la ilusión de ser más desinteresados, nos ayudarían en nada.
No es cuestión de cambiar nuestra naturaleza egoísta de un día para el otro. Lo que puede dar resultado en la dirección correcta es el esfuerzo de desarrollar un genuino interés por situaciones que vayan más allá de nuestra pequeña persona – más allá de nuestra propia persona y de nuestra situación personal. Pensemos, por ejemplo, en la descripción de la evolución del Antiguo Saturno tal y como aparece en La Ciencia Oculta de R. Steiner. En la medida que estos eventos –tan lejanos en el tiempo− despierten tu genuino interés, −tan alejados de cualquier asunto personal−, en la medida que desvían las fuerzas del alma del interés personal, al interés del mundo.
Tanto uno queda absorto ante las grandes etapas de la evolución del mundo, tanto uno sigue renovando siempre el asombro ante los muchos aspectos del Misterio del Gólgota. Tanto uno queda fascinado por la interacción entre pensamientos, sentimientos o voluntad en el alma humana, el estudio de estos aspectos simplemente no nos proporciona algún sentimiento arcano, pero prepara al alma para el encuentro con el Espíritu del Mundo. Después de todo, estas cosas son revelaciones del mundo espiritual y a través de ellas, es el propio mundo espiritual el que transforma el propio interés en el interés por el mundo.
De modo que el estudio no es simplemente la reunión de informaciones; es una inmersión en el exacto elemento, que tiene el poder de cambiar gradualmente nuestros crudos instintos egoístas. Este es el “baño” que, como figura en la invitación, uno debería darse tan a menudo como posible. Esta es la razón por la que en este camino no puede haber meditación sin estudio. La meditación sin estudio nos haría cada vez más egoístas de lo que ya somos por naturaleza.
Volvamos ahora a este extraño libro sobre “Las bodas químicas”. Cada detalle de esta historia es significativo. No menos las palabras con las que comienza, las que nos dicen que era Pascua y el héroe se estaba preparando para celebrar la fiesta en el correcto estado de ánimo: con devoción y reverencia.
La capacidad de sentir reverencia es otro requisito para ir a la Boda Real. En realidad, es el primer requisito y es uno, que nosotros, hijos del tiempo presente, somos capaces de sentir. Nadie reclamaría que la ciencia moderna se aproximase a la naturaleza con respeto, y menos aún, con reverencia. Y esta arrogancia inconsciente ha penetrado todas las ramas del conocimiento, todas las actitudes humanas para con el conocimiento. Cualquiera y todos creen tener derecho de saber cualquier cosa. Esto en el mundo espiritual no es así. Cualquier verdad espiritual es concedida por gracia en lo interior –lo cual es algo muy diferente que un mero concepto intelectual− y solo puede ser recibida estando en un estado de ánimo reverente.
Por esta razón, la meditación también debería ser asumida en forma reverente, sintiendo que cuando uno medita, ingresa a una región de santidad. En el pasado, los lugares en los que las almas humanas cultivaban la facultad de la reverencia eran edificios hechos de piedra y ladrillo, eran Templos e Iglesias. Para un futuro cercano será más importante crear una estructura interior, un templo interior en el alma.
A partir de todo esto, se puede ver que un camino de meditación no es tan solo un hecho de concentración mental alrededor de algunos conceptos, palabras o símbolos, sino que de alguna forma se requiere cierta disciplina interior, o, para expresarlo de otra forma, se requiere cierta forma de “higiene espiritual”.
Nuestra vida interior habitual, nuestro pensar, nuestro sentir y nuestra voluntad normales, se basan y dependen de cierto balance entre el cuerpo, el alma y el espíritu. Este equilibrio, que es la base de nuestra estabilidad mental, nos es dado junto con las fuerzas de la herencia. De nuestros padres y antepasados heredamos una estructura equilibrada entre cuerpo, alma y espíritu. Mas la práctica de la meditación, llevada a cabo por un período más bien largo, produce un cambio en esta relación.
Esta alteración en la estructura básica de la naturaleza humana, también es señalada en la historia de las “bodas químicas”.
En la historia se menciona una tormenta que sacude la cabaña del héroe hasta en sus cimientos. Es esta una simbología de los cambios que acompañan a la meditación. Estos cambios conllevan a que el primer equilibrio sea reemplazado por uno que es consecuencia de nuestra propia acción, de nuestro propio trabajo interior.
Ese es el propósito de la “higiene espiritual” que ha de acompañar a la práctica de la meditación.
Habiendo llegado a este punto, la pérdida de determinado equilibrio y el logro de uno nuevo, el logro del propio equilibrio, hemos llegado también al límite que divide nuestro tiempo actual del tiempo de los Rosacruces.
En los siglos XIV al XVII y todavía en el siglo XIX, en los seres humanos existía un balance natural de cuerpo, alma y espíritu, un balance que era el heredado. Y sobre aquella base y estabilidad interior, llegaban principios estables de discernimiento en cuanto a lo que era correcto, lo que era errado, feo o hermoso, verdadero o falso. Pero hacia fines del siglo pasado, los beneficiosos efectos de las fuerzas de la herencia, han entrado en decadencia. Es posible observar cómo de década en década, estas buenas fuerzas heredadas se van desvaneciendo. Las evidentes consecuencias están a la vista: consumo de drogas, el aumento del índice de delitos, terrorismo y el constante aumento de los individuos que requieren tratamiento psiquiátrico. En otras palabras, la tormenta que sacudía la cabaña de nuestro héroe, ahora arremete sobre el mundo entero y sacude la naturaleza humana hasta en sus bases. Mas sería un error considerar todo esto como algo lamentable. Pues en realidad significa algo positivo, significa que la humanidad ha llegado a la época de la libertad, la libertad de crear como individuos nuestro balance interior. Y esto promete algo superior y mejor por venir. Esto también se menciona en la historia: allí dice que después de la tormenta llega el Ángel que trae la invitación a la boda real. Hoy, en nuestra época, estamos todos invitados a la boda. El Ángel de la libertad está trayendo una carta a cada uno de nosotros.
Si bien en los siglos XV, XVI, XVII no existía nada de esto, había personas que sabían que algo así sucedería a la humanidad. Había individualidades muy adelantadas que tenían un desarrollo espiritual superior, esto significa que se ponían al servicio de la humanidad. Y su principal tarea era la de preparar el camino de conocimiento para que éste pudiera ser utilizado cuando el tiempo hubiera llegado. Porque en aquél entonces se trataba de un futuro muy lejano y el camino fue preparado dentro de un pequeño círculo. Se trataba de la hermandad de los Rosacruces. Ellos colocaron las bases para la “higiene espiritual”. Mas cuando el orden y las bases en las almas humanas empezó a tambalear y la sociedad humana empezó a sucumbir, la higiene espiritual de los Rosacruces tuvo que ser llevada al mundo. De modo que un libro como La ciencia oculta de Rudolf Steiner, ya no es un libro de misteriosos símbolos, sino que presenta el conocimiento oculto en forma de pensamientos para el tiempo presente. En este libro, La ciencia oculta, hay un capítulo que habla sobre la meditación. Allí se sugiere pensar en una cruz negra de la cual crecen rosas rojas. En este capítulo también se aconseja practicar la higiene espiritual. La imagen de la cruz y las rosas, es de la hermandad de los Rosacruces y el nombre de esta hermandad se deriva de esta imagen. Esto, que alguna vez fue “esotérico”, es decir, que el conocimiento era confiado a un grupo muy pequeño de personas, ahora es “exotérico”, o sea que está disponible para cualquier persona que lo desee.
Sin embargo, todo aquello que alguna vez fue esotérico y que hoy es exotérico, ha de ser entendido en un amplio y profundo contexto. El camino que conduce al espíritu del mundo, en realidad es una terapia, un camino de sanación.
El espíritu humano no siempre estuvo separado del espíritu del mundo. En un pasado distante, habían sido uno. La ruptura, la separación, tuvo que suceder para que el hombre conociese el significado de la libertad. Pero, con esta libertad, se presentó una sensación de aislamiento, la soledad no conocida por el individuo en ninguna época previa de la evolución humana. Y, ingresar a este camino de conocimiento y meditación, significa que uno busca sanar esa ruptura. Uno busca sanarse a sí mismo para llegar a ser una influencia sanadora en el mundo. Meditación en este camino significa traer las fuerzas de sanación. Mas el espíritu humano no puede traer fuerzas sanadoras por sí mismo; mediante sus propios recursos, no puede crear poderes de curación para llegar a ser una influencia sanadora.
¿De dónde sacar tales fuerzas sanadoras? Una vez más recurriremos al principio del libro Las bodas químicas, pues allí hay una respuesta. Hay allí un pequeño episodio que no he mencionado antes, pero es significativo y debe ser mencionado: y es que el héroe no abre de inmediato la carta que le entrega el Ángel. Primero mira el sello para asegurarse de que la carta viene del origen correcto. Cuando mira el sello ve que éste trae una cruz y la inscripción: “bajo este signo lograrás la victoria”. Ahora él, al saber que el mensaje viene desde el impulso de Cristo, se siente seguro y abre la carta.
A través de este pequeño detalle, se nos está queriendo decir que el camino que el héroe recorrerá para llegar a la boda real, es un camino crístico y que las fuerzas sanadoras que uno busca están en este camino pues son las fuerzas del impulso de Cristo. Se ha entendido y se sigue entendiendo por quienes siguen este camino, que en el Bautismo en el Jordán el Espíritu del mundo se hizo hombre. De modo que el poder que vuelve a unir el espíritu del hombre con el espíritu del mundo, el poder de salvar y sanar se origina en el Ser de Cristo quien el espíritu del hombre y el espíritu del mundo son uno.
Ahora ustedes pueden ver cuánto se puede decir en lenguaje simbólico en un pequeño pasaje. Por supuesto Las bodas químicas no es un libro que haya sido escrito para nuestra época. Todo lo dicho por los Rosacruces en idioma de símbolos, ha sido dicho en un idioma inteligible por Rudolf Steiner, mediante ideas y pensamientos que todos pueden entender.
Y la razón por la que me he referido a este libro de Las bodas químicas de Cristian Rosenkreuz es para mostrar que entrando en un camino de meditación en el sentido en que habla Rudolf Steiner de él, se entra en una corriente espiritual en la que fluye el trabajo de los Rosacruces. De hecho, se remonta incluso a épocas previas pues esa corriente tiene sus orígenes en las grandes almas de los caballeros del Santo Grial. Esta es la tradición occidental a la que me he referido al comienzo.
Hasta aquí he descripto la meditación desde su aspecto externo, desde “afuera”. En otro momento intentaré dar una idea de su aspecto interno, de la experiencia “interior”.